Esta es la historia de Oroño, un pueblo del interior de la provincia de Santa Fe pero que podría ser la historia de tantos pueblos a lo largo y ancho de nuestra patria. La provincia de Santa Fe está compuesta por 362 distritos entre pequeñas localidades y ciudades, y de éstas, más de un centenar está en riesgo de desaparecer por despoblamiento. Así lo muestra una comparación resultante de los censos de 1991 y 2001. (Los datos del censo 2010 aún se desconocen).
Pero en esta situación no se tiene en cuenta a las pequeñas poblaciones rurales emplazadas en el interior de las colonias -o campos propiamente dicho- que forman parte de algunos de los distritos mencionados y que tienen vida propia e independiente de aquellos. Si se tuviera en cuenta estos micro urbanismos, serían más del doble las poblaciones en riesgo de desaparición de las que se mencionan en distintos medios gráficos de tirada nacionales, amén de los ya desaparecidos totalmente.
Algunos ejemplos son: Oroño, en el departamento San Gerónimo; Nevada, Pantanoso, Ovejitas, La Mora, La Rinconada, en el norte del departamento San Justo; San Pedro, en el departamento La Capital;…y las poblaciones que han quedado reducidas al mínimo: La Blanca; Pedro Gómez Cello; Iriondo; ABC; La Teresita; Francisco Paz…éstas de los lugares que hemos visitado en estos casi 4 años de programa “Historias de Pueblos Olvidados” y blog “Allá Lejos….Mi Pueblo”.-
En el presente posteado, segunda y última entrada que denominamos: “Francisco Paz y Oroño, dos pueblo vacíos”, les presentamos a Oroño, “el dolor de ya no ser”. Un pueblo desaparecido, cuyos despojos yacen bajo la maleza que crece anárquicamente por la falta de la presencia humana, y donde ha quedado solo un (a) habitante real del pueblo original.
EL DOLOR DE YA NO SER”
Como se puede leer en el libro “Análisis integral de la Provincia de Santa Fe”, Oroño es uno de los únicos casos en la provincia que responden a la supresión de una comuna…. Tal vez el más representativo, ya que después de 70 años de vigencia, dejo de tener efecto en el pueblo, el presidente comunal.
Fundado en 1873 por quien fuera gobernador de la provincia durante el período 1865-68, Dn Nicasio Oroño, el pueblo tuvo su comuna a partir del 16 de septiembre de 1886, mientras que su distrito ocupaba 43 kilómetros cuadrados. Sin embargo, por decreto del 7 de mayo de 1957, se dispuso la cancelación del ejercicio de dicha comuna, por lo que el pueblo pasó a jurisdicción de Gessler, distante 6 kilómetros al Norte.
También conspiró desfavorablemente para su desarrollo, la clausura de su servicio ferroviario, operada pocos años después, el cual correspondía al ramal Empalme San Carlos – Gálvez, del FF. C.C. Belgrano. Por lo tanto, Oroño ha pasado a ser un pueblo aislado, distante 65 km. de la ciudad de Santa Fe.
En la actualidad se pueden observar solo ruinas de lo que fue un pueblo pujante y cargado de esperanzas. La estación ferroviaria que marcaba el ritmo y la vida del pueblo; el molino harinero que recuerda un tiempo de infinitos trigales; el viejo y derruido edificio de la comuna donde también funcionó la escuelita primaria; callecitas mudas aún visibles perdidas entre la maleza y la vegetación crecida anárquicamente a causa del olvido.
Y en los campos ya no se ve el lento desfile de las vacas rumbo a los tambos para su ordeñe diario, y donde los montes desaparecieron bajo la sierra del hombre haciendo llanuras por donde se marchó la gente.
Todo es destrucción, olvido, silencio, tristeza. Como decir que ha quedado solo un(a) habitante que pasa sus días junto a su gato, sus dos perritos, un lorito, su jardín y la huerta.
Doña Beba Odetti, con sus jóvenes 81 años recrea para nosotros la historia de su “viejo” Oroño que seguramente se esfumará con su muerte.
NUESTRA CONVERSACION CON DOÑA BEBA
(Entrevista realizada en agosto de 2009)
Ya había entrado la noche cuando llegamos a su casa. Con una lamparita a kerosene en su mano (no hay servicio de energía eléctrica) doña beba nos invitó a pasar. Una vez en el interior de la casa, con la ayuda de “tito”, un compañero de la radio y de viaje en esta oportunidad, doña beba encendió el “sol de noche.” (Quien alguna vez vivió en el campo, antes de la electrificación rural, sabe de lo que hablo).
¿Doña beba, a que edad llegó Usted a Oroño?
_Bueno…yo llegué a Oroño cuando tenía 11 ó 12 años, fue en 1941 pero desde antes y desde el campo ya venía a la escuela.
_ ¿y qué recuerda del pueblo de aquellos años?
_ Que había mucha gente. Muchas casas y también negocios: almacenes de ramos generales, boliches, salón de bailes, panadería y también una botica (farmacia). Lo único que faltó siempre fue doctor, por lo que teníamos que ir hasta el otro pueblo. Pero un día la gente se empezó a ir, desarmaba su casa y se iba a otros lugares en busca de trabajo.
_ ¿Qué hacía Usted y los demás chicos en el pueblo?
_ Bueno…íbamos a la escuela cuyo edificio ya no existe…ayudaba en mi casa y a veces con mis hermanos nos escapábamos a la estación a ver pasar el tren y el coche motor.
_ ¿Cuántos alumnos eran en esa escuelita que ya no existe?
_ Eramos 35 alumnos aproximadamente.
_ ¿Eran de familia numerosa?
_ Mi padre, mi madre y 6 hermanos. Todos vivimos aquí aunque algunos luego de casarse se mudaron a otros lugares. Ahora quedamos solo tres. En Oroño quedé yo sola.
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¿A qué se dedicaba su padre?
_ El molino harinero era la fuente de trabajo más importante del pueblo por aquellos años. Mi abuelo transportaba la cosecha de trigo hacia el molino. Luego se incendió y quedó cerrado un tiempo. Volvió a funcionar y otra vez se incendió; de allí nunca más abrió sus puertas. Tampoco se supo que pasó verdaderamente.
Además, había sido decretado monumento histórico y no sé porque se dejo abandonar tanto. Ha quedado reducido a escombros.
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¿Cómo es vivir hoy en Oroño?
_ Aquí no ha quedado nada ni nadie. Las compras las hacemos en Gessler o Larrechea (dos pueblos vecinos). Hay que dejar que pasen las horas no más….
_ ¿Qué le encuentra de lindo a este lugar?
_ De lindo nada. (Risas) Pero estoy tan acostumbrada a todo eso que no me doy cuenta ni siquiera del tiempo que pasa. Hace 32 años que murió mi esposo y siempre me quedé aquí.
_ ¿Cómo es un día suyo?
_ Bueno…me levanto a las 7 y media de la mañana y me acuesto con la noche aunque temprano. A veces se me hace corto el día… tengo mi jardín, la huerta, los pajaritos que atender, algunas gallinas….
Y doña beba sigue hablando y recordando frente al grabador que da vueltas y vueltas mientras con tito le tomamos algunas fotos sin antes acomodarse un poco su cabello. De tanto silencio y falta de un oído que la escuche, no se dejó nada que pudiera contar.
_ Doña beba, ¿Pensó alguna vez en irse de este Oroño?
_ No. Nunca. Yo nací en el campo muy cerca y desde muy pequeña que vivo aquí. Me siento parte de cada ladrillo de esta casa, y en cada rinconcito de este lugar tengo un recuerdo, mis recuerdos mas queridos, mas añorados… por eso no me puedo ir. Me sacarán cuando me muera.
Nos despedimos y doña beba nos invita a regresar, compromiso que asumimos con tito que mucho le costó volver y encontrarse con esa historia que lo formó. Vi la alegría reflejada en el rostro de doña beba como también la emoción del amigo que se reencontraba con una parte de su pasado inolvidable.
Y la promesa la cumplimos. Volvimos a Oroño y fuimos a visitar a doña Beba, que a decir verdad su nombre es Genoveva, que el próximo 1º de abril cumplirá 84 años. Volveremos para festejar su cumpleaños.
GALERIA DE IMAGENES
Hasta la próxima historia...