Muy posiblemente este tema nos obligue a bucear en el pasado porque ya la mayoría de ellos han cerrado sus puertas.
Aún así, en cada pueblo, en cada lugar en el que alguna vez hubo una sala, todavía quedan vivos los recuerdos de aquellos que pudieron disfrutar de su magia. Porque ir al cine en un pueblo era mucho más que ver una película, era todo un ritual...un punto de encuentro casi obligatorio de las familias.
Probablemente algún pueblo afortunado haya podido mantener abierto su cine. Otros, seguramente con mucho esfuerzo, habrán logrado recuperarlo. Entonces...la pregunta es: ¿cuál es la historia del cine de tu pueblo?
Yo voy a hablar del cine de mi pueblo natal…
A mediados de la década de los años ’30 del siglo pasado, llegaba el cine sonoro a muchos pueblos del interior del país. Cuenta la memoria colectiva que en el pueblo “
La sala no era muy grande pero estaba dotada de una muy buena acústica. El piso y el techo (cielo raso) eran de madera, la tela de pantalla (telón) cubría todo el ancho de la sala y al fondo de la misma había un altillo- también de madera- donde estaba el proyector. Tenía una capacidad de aproximadamente 300 localidades cubiertas totalmente con butacas, lo que daba una muy buena comodidad a los espectadores. Se proyectaban dos películas semanales: sábado con repetición de las mismas películas el domingo, ambos días en horarios nocturnos.
El proyectista era un señor mayor contratado por Dn Nicolás quien era ayudado por el hijo del dueño de aproximadamente diez años. Con el correr del tiempo, el niño ya hecho hombre, aprendió el oficio y reemplazó a su maestro. Toda semejanza con la historia del film italiano “CINEMA PARADISO” de Giuseppe Tornatore, como se suele aclarar en el comienzo de algunas películas, es pura coincidencia
A mediados de los años ’60, la muerte de Don Nicolás coloca al “Cine Florida” al borde del cierre, y al poco tiempo la familia decide venderlo. Un señor de la vecina localidad de Gobernador Crespo, de apellido Acosta, es quien continuará al frente del cine cambiándole la denominación de “Cine Florida” por la de “Cine Mayo” pero va a respetar la misma tesitura de funcionamiento.
A fines de esta década otro factor importante irrumpe masivamente en la zona colocando nuevamente en jaque al cine del pueblo: la televisión. Lentamente el espacio aéreo sobre las casas del pueblo fue cambiando el paisaje: decenas de torres de hierro estructurado de más de
En 1970, el propietario del “Cine Mayo”, decide su venta y emigra con su familia hacia la ciudad. El pueblo se quedaba sin su cine.
Pasaron varios años hasta que el cine llegara nuevamente al pueblo. Ahora de la mano de un descendiente de inmigrantes otomanos, Jacinto Asad, hijo de un encantador de serpientes de circo, que desde 1965 deambulaba con su cine rodante.
Hacia 1980, un problema de salud que aquejaba hacia tiempo a Dn. Jacinto, (el turco como lo llamaban todos) lo aleja de la profesión que, según su esposa, había abrazado por más de 40 años por decenas de pueblos y colonias de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos.
Esta vez el cierre del cine de “