martes, 23 de junio de 2009
CHAU, AMIGO....
Una voz en el teléfono trajo la noticia: “Murió Ernesto”.
El asombro devoró las palabras.
La congoja urgente causó el silencio.
Nada.
Qué decir ante la muerte…
Es solo eso, nada.
Murió Ernesto…
El amigo de sonrisa permanente; el hombre solidario; el que siempre estaba dispuesto…
El amigo de conversaciones interminables; de cafés sin “borra”; mates amargos; tragos largos; soles amanecidos.
El amigo de tantos caminos a veces sin rumbos; de alegrías, bromas y broncas compartidas.
El amigo del San Gerónimo de 1900, y tantos recuerdos…
¡Qué calor hacia aquella noche!
Los rayos en el cielo amenazaban con llover.
El aroma de chorizo “tirado” en una parrilla llegaba hasta la calle.
Adentro las botellas de cervezas pasaban de mano en mano.
Desde un improvisado escenario las cuerdas de una guitarra hacían oír acordes de una canción iracunda.
El apretón de manos primero, y aquel saludo de ocasión hoy retumba los oídos frente al espacio vacío.
Por dónde andará Ernesto con sus penas. Habrá ido a tribunales esta mañana.
Por la esquina quizá al mediodía cruzará la calle hasta el bar su pinta gardeliana.
Hay un café servido en mi mesa… por qué no viene a beber conmigo.
Es invierno en Santa fe y tengo frío, que abrazo abrazará mas que su abrazo.
El asombro devoró las palabras.
La congoja urgente causó el silencio.
Nada.
Qué decir ante la muerte…
Es solo eso, nada.
Murió Ernesto…
El amigo de sonrisa permanente; el hombre solidario; el que siempre estaba dispuesto…
El amigo de conversaciones interminables; de cafés sin “borra”; mates amargos; tragos largos; soles amanecidos.
El amigo de tantos caminos a veces sin rumbos; de alegrías, bromas y broncas compartidas.
El amigo del San Gerónimo de 1900, y tantos recuerdos…
¡Qué calor hacia aquella noche!
Los rayos en el cielo amenazaban con llover.
El aroma de chorizo “tirado” en una parrilla llegaba hasta la calle.
Adentro las botellas de cervezas pasaban de mano en mano.
Desde un improvisado escenario las cuerdas de una guitarra hacían oír acordes de una canción iracunda.
El apretón de manos primero, y aquel saludo de ocasión hoy retumba los oídos frente al espacio vacío.
Por dónde andará Ernesto con sus penas. Habrá ido a tribunales esta mañana.
Por la esquina quizá al mediodía cruzará la calle hasta el bar su pinta gardeliana.
Hay un café servido en mi mesa… por qué no viene a beber conmigo.
Es invierno en Santa fe y tengo frío, que abrazo abrazará mas que su abrazo.
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querido amigo, estoy lejos en estos momentos, en España, lejos de mi Chile helado...y te comprendo en lo mas hondo. Me pasó hace un tiempo lo que a tí...y lo que A MI me hizo bien, fue recordarlo en los buenos momentos compartidos, "hablándole" de nuestra amistad y de lo bien que me lo pasé con el....y le agradecía todo lo que no alcancé...
ResponderEliminarUn gran abracito a tu corazón Néstor, acompañándote,
Ali
Lo siento, se nota que tu tambíen lo sientes, besos tía Elsa.
ResponderEliminarHOla amigazo... solo puedo decirte que estoy siempre para lo que necesites!
ResponderEliminarUn abrazo