viernes, 22 de febrero de 2013
¿Pesca Fluvial o Minería Ictícola?
AGUAFUERTES
AMBIENTALES
PESCA FLUVIAL O
MINERÍA ICTÍCOLA?
Seguramente se preguntará qué quiero significar con la disyuntiva del presente
título.
Para su comprensión daré una aproximación a ambos conceptos, uno real y otro
producto de mi imaginación.
La pesca fluvial se ha caracterizado a lo largo del tiempo, por ser artesanal,
con escaso desarrollo tecnológico, sustentable, dedicada fundamentalmente al
consumo ribereño y casi nunca para la exportación; por su parte, la minería es
una actividad productiva consistente en la extracción de grandes volúmenes de
recursos del ambiente (suelo), siguiendo la veta o el yacimiento hasta su total
agotamiento o extinción.
En nuestra región la pesca fluvial, producto de la presión comercial de unos
pocos frigoríficos y la tolerancia oficial, ha devenido en una suerte de
minería ictícola, que ha hecho de los peces, su veta o yacimiento, que año a
año van agotando, tanto en el número, como el tamaño de sus individuos, hasta
llegar a su completa extinción.
Los Estados provinciales se han mostrado impotentes para salvaguardar las
distintas especies, ya sea porque no saben, no pueden o no quieren.
Permanentemente apelan para justificar su incapacidad o inacción a supuestos
estudios, evaluaciones, proyectos, mesas de diálogo y demás artilugios que en
ningún caso demuestran efectividad para detener lo que se ha constituido en la
“crónica de una muerte anunciada”.
La
merma de especies, pone en serio riesgo otras actividades productivas,
generadoras de miles de puestos de trabajos y rentabilidad a las economías
ribereñas, como lo son: el turismo de pesca o de naturaleza, la inversión en
cabañas, hoteles y guarderías náuticas a la vera del Paraná y de todos
nuestros cursos de agua.
Para colmo, las miles de toneladas que salen de nuestros ríos, producto de esta
depredación, tampoco han servido para elevar la calidad y condición de vida de
los pescadores, que por otra parte, deben ser subsidiados temporalmente cada
vez más, con recursos de todos, los que se transformarán en permanentes una vez
que la catástrofe su produzca.
Escuchar,
“no sale nada o no hay pique”, es común en boca de todos aquellos que dedican
por gusto, esparcimiento o comercio de subsistencia a la saludable actividad de
la pesca.
Qué
pasó para que en unos pocos años, nuestros cursos de agua se hayan transformado
en desiertos húmedos, donde la vida es casi imposible y su riqueza ha
desaparecido.
La
pesca irracional e insustentable, agravada con el uso de sonar, mallas de
arrastre y barcos factorías, tienen una tasa de captura y extracción que supera
holgadamente a la tasa de reproducción natural y de allí, sus resultados.
Si los
peces son un recurso que es patrimonio de todos, cómo pueden ser objeto de
apropiación exclusiva por unos pocos, en desmedro de muchos?
Por
qué las provincias aceptan linealmente los cupos exportables establecidos por
la Nación, cuando la Constitución Nacional expresamente en el artículo 124,
dice: “Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos
naturales existentes en su territorio”.
Los
peces son recursos naturales y por tanto son del Estado, no de su gobierno o de
las empresas, sino de todos.
Como
agravante, todos los proyectos e iniciativas propuestas, como: vedas,
controles, aumento de las aberturas de las mallas y del tamaño de las piezas de
las especies, subsidios y toda una serie de proyectos inimaginables no han dado
ningún resultado satisfactorio.
Menos
serias, han sido las promesas de inversiones millonarias y las ofertas de los
frigoríficos de establecer criaderos de peces tendientes al repoblamiento del
río, los cuales, nunca se han cumplido, ni exigidos por el Estado.
No
desconozco que los intereses son tremendos y las redes de complicidades están a
la medida de los mismos, de otra manera no se explica que ocurran estas cosas.
¿Qué
pasará cuando el último pez se haya extinguido? ¿Cómo explicaremos a las
generaciones futuras nuestra actitud omisa y nuestro silencio frente a estos
hechos?
Ricardo
Luis Mascheroni
Docente
– Santa Fe
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Me parece nefasto que no haya una reglamentación expresa y un control sobre lo extraído, peso y medidas. Realmente es lamentable ver la decadencia en todos los sentidos. Saludos.
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